Todos los signos tienen un lado oscuro, una zona de sí mismos en donde las cosas no son ni blancas ni negras, sino grises y densas. Y no hay un signo que deba manejar con un lado oscuro como Escorpio.
No es que los nativos de este signo sean malas personas. Es sólo que son como el ser que les representa: un animal hermoso y terrible, cuya defensa contra los avatares de la vida, su veneno, es tan poderoso que puede aniquilarle a él mismo. Y ese veneno es, en extremo, sus propias emociones.
El amor tóxico
La primera de las zonas grises de los Escorpio es la manera en que viven el amor, que no siempre es la mejor para ellos mismos. Y es que la necesidad de afecto y aceptación de este signo le hace aceptar condiciones que no son las favorables para amar y ser amado. Suele justificar algunas formas del maltrato en aras de la pasión, y siempre termina por amar más de lo que aman. Ello se debe en parte a que no permite que las relaciones maduren en términos emocionales. Siempre apura las cosas, siempre quiere que las cosas lleguen a su mayor esplendor lo más pronto posible, y eso no puede acabar bien, pues suele sofocar a su persona amadas con sus demandas o termina por no conocer del todo a su pareja antes de comprometerse.
La falta de seguridad
Quizá una de las mayores falencias de Escorpio sea su incapacidad para amarse a sí mismo, pues, aunque tiene una amplia gama de talentos (generosidad, empatía, bondad, entereza…) Escorpio nunca se valora a sí mismo en la medida justa de sus posibilidades, y por ello (si lo ponemos en términos económicos) se vende barato. Escorpio cree que las relaciones de pareja pueden resolver esa falta de amor propio, y no puede estar más lejos de la verdad. Se ahorraría muchas relaciones fallidas y dolor si antes de aventurarse a una relación respetase esa máxima que dice “Antes de amar a otro, ámate a ti mismo”.
La posesividad incontrolada
Podemos decir que Escorpio tiene la mayor parte de sus problemas en relación con los demás. Como es común que suela sentirse indigno de un amor sano y verdadero siente que su pareja, su familia, sus amigos pueden abandonarle en cualquier momento. Por ello es posesivo con ellos, y les vigila y les cela en todo momento, sin medir las consecuencias de lo que ello implica.
A la larga, con estas prácticas, Escorpio termina por ahogar al amor de quienes le aman, y en efecto les pierde, pero no porque le engañen, sino porque se pierde en la paranoia y en fantasías persecutorias que le alejan del goce de sus relaciones. Esto es lo que, sobre todo, Escorpio debe combatir de sí mismo. Sólo en la medida que confíe en sí mismo podrá confiar en los demás, y llevar al amor en todas sus formas al sitio que merece.